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jueves, 10 de julio de 2014

De Mario, del Dúo Darias a Julia de Burgos


Estimado amigo Lleixà, Le comentaré algo que le gustará saber. Como ya sabe, hicimos varias presentaciones dedicadas al centenario de Julia de Burgos y resulta que se me ocurrió reunia a varios poetas, trovadores, artistas, etc. y hacer una vigilia poética en el Malecón Habanero, justo frente al edificio Carreño, donde ella vivió y donde escribió su mejor obra que se titula El mar y tú. Con nosotros estuvieron los puertorriqueños que estaban en Cuba, incluida María Consuelo Sáez Burgos, la sobrina de Julia, que usted conoció. Pues la vigilia comenzó a las seis de la tarde del día 24 de junio y pasadas las doce de la noche lanzamos una botella al mar con los poemas de Julia dentro y la localización de varios de los presentes para si algún náufrago la encontrara en ese inmenso mar de poesía que es el océano... Pues le quiero decir que el día seis de julio, el domingo pasado, la botella fue encontrada por una señora en las costas de Bahamas, una señora que había salido a la playa con sus hijos y que nació en 1953, año en que murió Julia y además, encontró la botella el seis de julio, dia de la muerte de Julia. Dígame qué le parece... Un abrazo de su hermano Mario.

  Julia de Burgos 

Amor

 Amor... única llama que me queda de Dios 
en el sendero cierto de lo incierto. 
 Aquí, desesperada, me contemplo la vida
 en un hueco del tiempo. 
 Entrecortando pasa el sendero de luz 
 que esperancé de sueño. 
 ¡Oh mañanas azules que se quedaron muertas, 
 volando en el espacio! 
 ¡Oh anudada caricia que amaneces dispersa,
 cuando despierta el cuerpo! 
 ¡Oh querer desterrarme de mis pasos turbados...!
 ¡Multiplican en ecos! 
Aquí, junto al continuo gravitar de la nada,
 ¡cómo asaltan mi espíritu los silencios más yermos! 
Mi esperanza es un viaje flotando entre sí misma...
 Es una sombra vaga sin ancla y sin regreso. 
Mis espigas no quieren germinar al futuro.
 ¡Oh el peso del ambiente!
 ¡Oh el peso del destierro! ¡Amor...!
 Hasta la leve ronda de tu voz perturbada,
 me partió la ola blanca que quedaba en mi pecho.

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