En un lugar de la Mancha
la
mancha manchó al hidalgo
y para siempre quedó
aunque Dulcinea
ni Sancho de ella nunca se hablo.
El Quijano hombre bizarro y
soñador
le propuso a Dulcinea que le mitigara el fulgor
Y
pidió a la dulce doncella
probar de otra guisa y sin prisa
la
técnica o modalidad del sesenta y nueve
I ella complaciente
aceptó.
Hay que decir de Dulcinea que era
joven e inexperta
nunca por su mente pasó
la imagen que el
gorrino del Quijano
proponia el muy marrano
y por esto
consintió
Sancho praparo la cama
y
aconsejo a la bella dama.
Don Qui ligero de ropa
se
recostó en el colchón de lana
junto a la dulce Dulcinea.
Ella viendo aquel panorama
no
daba crédito a tal desatino
pero mujer al fin de palabra
se entregó a su destino.
Aquí empezó y terminó la
historia
que nunca ha sido contada.
Don Quijano emocionado
no pudo
o quiso contener
una ventosidad olorosa y traicionera
que no
era precisament un regalo a la joven Dulcinea.
Ella ofendida gritaba
y una y
otra vez repetía
los sesenta y ocho restantes
los dejáis para
otro día.
Y así se acuñó la frase
famosa
en que empieza este libro fsmoso
En un lugar de la
Mancha de cuyo nombre no quiero ni acordarme....
Lo decía con
razón.
Fifo – Josep Lleixà
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