Entre los sucesores de Basho hay uno, Kobayashi Issa (1763-
1827), que rompe la reticencia japonesa pero no para caer en la
confesión a la occidental sino para descubrir y subrayar una
relación punzante, dolorosa, entre la existencia humana y la suerte
de animales y plantas; hermandad cósmica en la pena, comunidad
en la condena universal, seamos hombres o insectos:
Para el mosquito
también la noche es larga,
larga y sola.
El regreso al pueblo natal, como siempre, es una nueva herida:
Mi pueblo:
todo
lo que me sale al paso
se vuelve zarza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario