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viernes, 8 de mayo de 2020

Fragmentos de lo in(con)cluso Desde los mitos de Creación al rosario de los monos Osvaldo Burgos








Fragmentos de lo in(con)cluso
Desde los mitos de Creación al rosario de los monos


Osvaldo Burgos

Día 0. Prólogo.

Todo lo que es, devino de aquellos siete días. O seis.
Seis días deseantes sucedidos en tres series de dos que forman un gesto único, un único movimiento que nunca se completa: el abrazo en el que somos –el tiempo-, la distancia en que ocurrimos –el ser-, la búsqueda de lo que fuimos –el nombre-.
Ninguna mitología cuenta otra cosa. No hay pensamiento que haya logrado salir de ahí.
Al fin de cuentas, pensar es algo que hacen los hombres, las mujeres. Y un hombre, una mujer no son sino -ellos también- fragmentos de lo in(con)cluso que se empeñan en pensarse. - ¿Cómo pensar, cómo decir, las doce horas de luz de cada día? Preguntó Eva, Pandora, Yara, intuyendo el descrédito de los que contarían su historia.
- Contando lo que sus doce horas de tiniebla callan, contestó Adán, desconociendo los límites de su mandato.
Todo lo que es, devino del recuerdo de aquellos siete días. O seis.
Seis días deseantes sucedidos en tres series de dos, que formaron un gesto único: letra, sílaba, palabra.
Y en el séptimo día –el de la pura contemplación- la pretensión de lo imposible: el descanso, el desprecio, la tierra liberada.
El abandono. Sentada en mis rodillas, como la Belleza de Rimbaud, ella –Yara, Pandora, Eva- apartó de sus labios tanta injuria, y entreabriéndolos, dijo: - Tengo miedo.
Entonces entendí que nada de lo que alguna vez ha sido, puede ser dicho del todo.
Y al amparo de sus ojos sin amparo supe que ya no me acecharía la muerte. Sino su mitad

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